Cuando hablamos de obra sobre papel, la primera imagen que nos suele venir a la mente es la de un dibujo, porque esta manifestación artística ha sido desde hace siglos una de las maneras más utilizadas por el hombre. En el Renacimiento los dibujos sobre papel no se llegaban a considerar como obra, sino como un ejercicio de mano o como un boceto para posteriormente materializar la idea en una gran obra sobre un soporte más “noble”. De este modo la obra sobre papel carecía de un fin en sí mismo y en muchos casos acababa siendo destruida.
Poco a poco la obra sobre papel fue ganando mayor relevancia, pues las nuevas técnicas de pintura utilizadas fueron conviviendo dentro de la misma pieza y se iban complementando, dando nuevas posibilidades pictóricas y una nueva relevancia y proyección a la composición creada sobre el papel. Con la llegada del siglo XX y ciñéndonos a nuestro país, los pintores españoles llegaron a realizar gran cantidad de obra sobre papel, unos por la importancia que le conceden al dibujo (Luis Fernández, Salvador Dalí, Maruja Mallo), otros debido a la simple escasez de medios, como fue el caso de Julio González, quien utilizó dicho soporte para dibujar con grafito numerosos retratos de campesinas o de su compañera Marie Therese.
De la mano de Eusebio Sempere y Abel Martín llegó a España, a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado, el método serigráfico. La obra seriada sobre papel interesó a muchos pintores y ayudó a difundir el arte contemporáneo en nuestra sociedad. La serigrafía fue el principio de muchas de las colecciones, que luego derivaron hacia la pieza única. Como dijo Fernando Zóbel, ”Una colección puede comenzar con un grabado de Durero, y con el tiempo ir adquiriendo algún dibujo y así sucesivamente. Se trata de un proceso de aprendizaje”.
Sempere y Martín aprendieron la técnica serigráfica en los talleres del artista Wilfredo Arcay, en el París de los años cincuenta. El estampador cubano innovó la divulgación del arte con esta técnica, de origen americano y desconocida en Europa. Para Arcay, la serigrafía no era una reproducción de obra “sino una forma de reinventar junto al artista una obra en estampa que permita cambiar tamaño, color o soporte”. Durante el aprendizaje de esta técnica, Abel Martín ya realizó obras para artistas de la talla de Mortensen, Herbin, Vasarely o el arquitecto francés André Bloc.
En 1958, tras su vuelta definitiva a España, Martín y Sempere realizaron para Lucio Muñoz uno de los primeros trabajos serigráficos. A partir de ese momento y en los años siguientes comenzaron a producir estampaciones para la mayoría de los artistas de la época, muchos de ellos relacionados con el mundo artístico de la ciudad conquense: José Guerrero, Antonio Lorenzo, Manolo Millares, Manuel H. Mompó, Gerardo Rueda, Antonio Saura, Gustavo Torner o Fernando Zóbel. Abel Martín estampó las primeras ediciones para el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca por encargo de Zóbel: la primera fue de César Manrique fechada en 1963, aunque se realizó la serigrafía a principios de 1964.
Ha habido momentos puntuales donde la obra sobre papel, no fue una elección, sino una imposición debido al método utilizado. Hablo de finales de los sesenta en los Seminarios del Centro de Cálculo de la Complutense de Madrid (1968-1970). Los pintores que se acercaron a aquellas primeras computadoras (Manuel Barbadillo, Tomás García Asensio, Gerardo Delgado, José Luis Gómez Perales, Abel Martín, Manolo Quejido, Eusebio Sempere, Soledad Sevilla, o José María Yturralde entre otros) realizaron sus obras modulares sobre papel plotter, y en algunos casos el resultado obtenido lo pasaron a serigrafías o litografías.
Con la entrada del siglo XXI, el uso y valoración del papel ha tenido un gran resurgimiento entre los artistas, debido a factores como la facilidad en el manejo y el transporte del mismo, su bajo coste económico y el auge que el dibujo ha tenido en las generaciones más jóvenes como expresión artística en sí misma. En palabras del pintor de Guillermo Pérez Villalta en su libro “Melancólico Rococó”: “El dibujo está hoy en una nueva fase dorada. Parece que la ortodoxia moderna lo salva, quizás porque no es pintura y, si se hace sobre la pared o sobre un papel roto, parece menos clásico. Pero lo que sigue atrayendo del dibujo es esa fragilidad, esa casi nada, esa cosa directa del cerebro a la obra.”
Para hablar del collage tenemos que remontarnos a 1910 cuando Braque introdujo arena y serrín en sus cuadros cubistas, lo que dio lugar al antecesor del papier collé, que vería su primera luz el 13 de septiembre de 1912, cuando encontró en una droguería de Aviñón algunos papeles pintados imitando la madera. Al llegar a casa, en la localidad rosellonesa de Céret, cortó tres trozos de ese papel, los pegó sobre un papel Ingres, dibujó con carboncillo unos trazos que unían los pedazos y escribió las palabras BAR y ALE. A la obra la tituló Frutero y vaso. En octubre, Picasso realizó su escultura Guitarra utilizando recortes de cartón. Pero el primer cuadro considerado un collage, curiosamente fechado en mayo de 1912, es Bodegón con trenzado de silla. En el mismo, Picasso incorporó a uno de sus bodegones un hule de los utilizados como mantel de bar, con la peculiaridad de que el estampado de este hule es diseño de asiento de rejilla. Con esta acción revolucionaria para el arte, no solo hay que destacar la incorporación de un elemento no pictórico a la obra, sino también la incorporación de un objeto fabricado en serie (el hule) a un objeto artesanal hecho a mano (el cuadro).
Como defensor de la obra realizada sobre papel, he querido que la exposición “Papers i collages per a Joan Valls” sirva para acercar la frescura de las obras con este soporte. Por cronología los artistas seleccionados van desde Antonio Lorenzo (Madrid, 1922-2009) a Albano (Ávila, 1988), con piezas de diferentes tendencias plásticas y con distintas técnicas, que abarcan desde el grafito hasta el acrílico, pasando por el gouache o las ceras, pero siempre utilizando el papel como soporte o con la técnica de collage. Una vez más deseamos aumentar el interés por este soporte y esta técnica y anhelamos desterrar para siempre la frase vigente durante muchos años escrita por Fernando Zóbel, cuando allá por los años setenta habló del “El amable desprestigio del papel” en España.
Javier Martín
Autores Participantes:
ALBANO – Aina ALBO – Andreu ALFARO – Elena ALONSO – Josep ANZO – Elena ASINS – Marlon de AZAMBUJA – Waldo BALART – Nestor BASTERETXEA – Arcadi BLASCO – Manuel BOIX – Enrique BRINKMANN – José Manuel BROTO – Monika BUCH – Víctor CÁMARA – Rafael CANOGAR – Carlos CARTAXO – Julián CASADO – DIS BERLIN – EQUIP REALITAT – EQUIP CRÓNICA – Eutiquio ESTIRADO – Francisco FARRERAS – Robert FERRER i MARTORELL – Tomás GARCÍA ASENSIO – Pep GARRO – Joan GENOVES – José Luis GÓMEZ PERALES – Josep GRAU-GARRIGA – José GUERRERO – Josep GUINOVART – Joan HERNÁNDEZ PIJUAN – José LEGUEY – Guillermo LLEDÓ – Antonio LORENZO – Rafa MACARRÓN – Aurèlia MASSANET – Tomás MENDOZA – Antoni MIRÓ – Joan MIRÓ – Pedro MUIÑO – Juan OLIVARES – José Miguel PEREÑIGUEZ – Guillermo PÉREZ VILLALTA – Águeda de la PISA – Jaume ROCAMORA – Gerardo RUEDA – Manuel SALINAS – Maya SARAVIA – Josep SOU – Antoni TÀPIES – Joan Josep THARRATS – Lidia TOGA – Gustavo TORNER – Ramón URBÁN – José VENTO – Daniel VERBIS – Salvador VICTORIA – José María YTURRALDE – Fernando ZÓBEL.
Sala Llotja de Sant Jordi de Alcoi
Plaza de España, s/n.
Inauguración, jueves 6 de abril 2017, a las 20 h.
La muestra se pudo visitar del 6 de abril, al 28 de mayo 2017.
Horario de 11:30 a 13:30 h. y de 17:30 a 20:30 h.
Comisario: Javier Martín